HACE TRES AÑOS, una mañana después de hablar por teléfono con mi mamá en la Argentina y sentirme triste por la distancia que nos separaba, tuve la idea de que ese año mis hijas Violeta y Nina pasaran parte de su verano en nuestro país de origen, junto con mi familia y la de mi marido. Desde que nos habíamos mudado a los Estados Unidos, deseaba que mis niñas pudieran compartir más tiempo con sus abuelos, primos y tíos que habían quedado allí, y ya sentía que, con 6 y 8 años, mis niñas estaban preparadas para hacer ese viaje solas, mientras nosotros nos quedábamos aquí trabajando. La experiencia terminó siendo tan provechosa para todos que la repetimos cada año. Allí, mis hijas y nuestras familias comparten vivencias cotidianas y crean memorias imborrables, y mi esposo y yo disfrutamos el tiempo que tenemos como pareja. Si, al igual que a mí, a ti también te gustaría que tus hijos pasen una estadía en tu país de origen, apunta los tips que nos compartieron especialistas y mamás que han vivido esta experiencia: seguro te ayudarán a facilitar la organización del viaje y a que la estadía sea todo un éxito.
Alístalos para partir
• Practica la separción. Los papás solemos vivir con entusiasmo, pero también con incertidumbre, los días previos al primer viaje. Hasta que llega el momento, no sabemos si nuestro niño va a ser capaz de estar sin nosotros tantos días o si extrañará demasiado. Pero lo que sí está en nuestras manos es entrenarlos para que vayan ganando independencia a medida que avanzamos con la preparación. En el caso de que tus hijos hayan vivido pocas experiencias de separación, o sean muy apegados a ti, puede ayudarte organizar una pijamada en casa de amigos cercanos durante las semanas previas a partir. Estar sin la presencia de sus papás hace que los niños comprendan que hay otros adultos que también pueden protegerlos y cuidar bien de ellos, lo que les da tranquilidad.
• Sé clara y transparente. Cada vez que los niños te planteen dudas o que percibas que sienten cierta inquietud, respóndeles con honestidad. Cuantos más detalles les des, más seguros se sentirán. Cuéntales, por ejemplo, cuánto tiempo estarán allí, con quién irán y quién los regresará. Déjales en claro que has organizado este viaje porque estás segura de que lo pasarán muy bien y que la abuela o la tía los cuidarán como si fueras tú. Así hizo Verónica Welch cuando, hace tres años, su hijo Lucas, hoy de 9, viajó por primera vez desde Brooklyn, Nueva York, a la casa de sus abuelos en Guayaquil, Ecuador. “Para mí fue clave transmitirle que yo no lo estaba botando, sino que sentía que él se iba a divertir más allá ,con sus abuelitos y primos, que estando horas en un camp aquí. Se lo decía todos los días y también le recordaba cuánto lo quería”, cuenta.
• Prepáralos culturalmente. En el caso de que sientas que a tus hijos les puede llegar a costar la adaptación al ambiente o las costumbres en el lugar de destino, puedes hacer una inmersión previa con posibilidades que estén a tu alcance. Si, por ejemplo, ustedes viven en la ciudad, pero tus niños van a parar en el campo, podrías planificar un paseo de fin de semana por una zona rural que quede cerca de tu casa. O si los niños no están acostumbrados a saborear los platos típicos del lugar, organiza cenas especiales donde prepares las comidas de la región a la que van a ir o las recetas familiares que sabes que no faltarán durante la estadía.
• Empaca su objeto favorito. Llevar en sus maletas algo a lo que se sientan apegados, como una mantita, un muñeco o un peluche, hace que los niños se sientan seguros y puedan aliviar el estrés de la separación. Por eso, no te olvides de incluir su muñeco favorito en el equipaje o de hacer que ellos escojan lo que quieran llevar. Esta es la intención que tiene la mamá mexicana Silvia Fernández, residente en Tucson, Arizona, cuando permite que su hijo Leonardo, de 5 años, se involucre en el armado del equipaje cada vez que viaja a casa de los abuelos, en Chihuahua: “Siempre preparamos dos maletas: una con ropa y otra con sus juguetes preferidos, como las trocas de construcción y los trenes”, cuenta.
QUE NO SE TE OLVIDE
En las semanas previas al viaje, asegúrate de haber repasado esta lista de imprescindibles:
1. Conoce los requerimientos legales para que los niños entren y salgan tanto de Estados Unidos como del país de destino, y haz los trámites pertinentes.
2. Extiende un poder limitado a una persona de confianza para que pueda tomar decisiones en casos de urgencia.
3. Imprime el historial de salud y el registro de vacunas, para que tus hijos lleven copias con ellos.
4. Averigua si hay vacunas específicas que se requieren en el país de destino y haz que les sean aplicadas a los niños.
Una vez de viaje
• Usa la comunicación a conveniencia. Para muchos niños, ver la cara de su papá o su mamá, aunque solo sea a través de Internet, puede ser reconfortante. A otros, sin embargo, estar en diálogo permanente con ellos puede alterarlos, recordarles cuánto los extrañan o incluso retrasar el proceso de adaptación. Por eso, es fundamental ir midiendo la reacción de los niños e intentar ajustarse a ellos, más que al deseo propio de hablarles. Así lo entiende la colombiana Angie Cerón, quien creó una cuenta de Skype en el iPad de su hija Mía, de 8 años, para que la niña pueda llamarla durante el tiempo que se queda en Colombia, en casa de la abuela. “Tratamos de hablar seguido, aunque debo admitir que, una vez que está allá, se olvida y solo me llama cuando necesita algo”, dice Cerón.
• Asigna una persona a cargo. Sea que los niños vayan a ser acogidos por una familia numerosa o por una más pequeña, siempre conviene establecer una persona responsable de su cuidado y asegurarse de que todos estén al tanto de esto. Para transmitírselo a los niños, utiliza un lenguaje simple y claro. Diles, por ejemplo: ‘Únicamente la abuela Norma puede ayudarte con el baño o el aseo’. De este modo, también los estarás protegiendo y poniendo a salvo de cualquier posibilidad de abuso. En este sentido, es adecuado que los pequeños estén en compañía de adultos de confianza durante toda la estadía y que eviten estar en casa de gente que no conocemos bien.
• Sé flexible con la rutina. En algunos países de América Latina no se siguen los mismos horarios a los que estamos habituados aquí. Hay sitios en los que los niños cenan y se acuestan mucho más tarde de lo que lo harían en casa. En estos casos, conviene tomar el cambio de horarios como parte de la experiencia y no preocuparse en exceso a la distancia. Lo que sí puedes hacer, es seguir el ejemplo de Tania Rincón, una mamá colombiana residente en Parkland, Florida. Desde hace seis años, cuando se mudaron a Estados Unidos, sus gemelas María Sophía y Emmanuela, de 10 años, viajan a Cali, su ciudad natal, a pasar sus recesos de verano completos, junto con su familia. Como, al regresar del primer viaje, las niñas tenían el horario cambiado y les costó adaptarse a la rutina de la vuelta al colegio, Rincón habló con sus familiares y establecieron que, hacia el final del viaje, las nenas retomarían su esquema. “En los últimos 10 días, las niñas se van a dormir a las 8 y media de la noche y se despiertan entre las 7 u 8 de la mañana”, dice Rincón. Desde entonces, María Sophía y Emmanuela consiguen adaptarse bien a la escuela y disfrutar a pleno de sus dos mundos.
ESPECIALISTAS CONSULTADOS: Claudia Bernal-Perez, abogada especialista en inmigración. Carlos Bravo-Gogny, psicólogo y trabajador social. Isaura González, Psy.D., psicóloga. Lina Villegas, M.D., psiquiatra.
Un viaje en el que todos ganan
Cómo se benefician los niños de estas familias yendo a América Latina.
Franccesca, mi hija de 8 años, viaja a Ecuador por tres meses en sus vacaciones de verano y espera ansiosa volver cada año. Allí se aleja de la tecnología porque se la pasa paseando con los abuelos. Compartir tiempo con ellos es el mejor regalo que les podemos dar a nuestros hijos.
Steph Idalgo, residente en Annapolis, Maryland.
Mi hijo Randolph, de 12 años, visita a mi mamá y a mi hermano en Ciudad de México desde hace tres veranos. Yo creo que una experiencia así hace a los niños más fuertes, porque se dan cuenta de cómo es el mundo fuera de una mamá.
Dulce Garduno, residente en Chicago, Illinois.
Desde muy pequeñita, mi hija Janelly, de 8 años, visita a mi familia en Panamá. Allá practica español, se nutre de otra cultura y hace nuevos amigos. Pero además, fortalece la relación con su abuelita, a quien le hace tan feliz su compañía que hasta se anima a aprender un poco de inglés.
Javi Marte, residente en Bronx, Nueva York.
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